¿Qué es la transubstanciación?

“En verdad les digo que si no comen la Carne del Hijo del hombre y no beben su Sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi Carne y bebe mi Sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida. El que come mi Carne y bebe mi Sangre permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que es vida, me envió y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí” (Jn 6,53-57).

“Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad (cf Concilio de Trento: DS 1640; 1651)” (CEC 1413).

“El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: ‘Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera la conversión de todo el ser íntimo del pan en el ser íntimo del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de todo el ser íntimo del vino en el ser íntimo de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación’ (DS 1642)” (CEC 1376).

¿Cuáles son las condiciones para comulgar dignamente?

“De manera que el que coma el Pan o beba del cáliz del Señor indignamente, será culpable del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y entonces coma del Pan y beba del cáliz. Porque el que come y bebe sin discernir correctamente el Cuerpo del Señor, come y bebe juicio para sí” (1Co 11,27-29).

“Por lo tanto, hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer. No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto” (Rm 12,1).

“El que quiere recibir a Cristo en la Comunión eucarística debe hallarse en estado de gracia. Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la Eucaristía sin haber recibido previamente la absolución en el sacramento de la Penitencia” (CEC 1415).

“La Sagrada Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la unión del comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de pecados graves. Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo son reforzados, la recepción de este sacramento fortalece la unidad de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo” (CEC 1416).

“La Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la sagrada comunión cuando participan en la celebración de la Eucaristía; y les impone la obligación de hacerlo al menos una vez al año” (CEC 1417).

¿Se debe adorar el Santísimo?

“Puesto que Cristo mismo está presente en el Sacramento del Altar es preciso honrarlo con culto de adoración. ‘La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor’ (MF)” (CEC 1418).

“Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodillaen el cielo y en la tierra y en los abismos debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre” (Flp 2,9-10).

“Cuando los Magos llegaron a la casa, vieron al Niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra” (Mt 2,11).