Al día siguiente de la solemnidad del«Sagrado Corazón de Jesús», la Iglesia celebra la memoria del «Corazón inmaculado de María».

La contigüidad de las dos celebraciones es ya, en sí misma, un signo litúrgico de su estrecha relación: el misterio del Corazón del Salvador se proyecta y refleja en el Corazón de la Madre, su primera discípula.

Así como la solemnidad del Sagrado Corazón celebra los misterios salvíficos de Cristo de una manera sintética y refiriéndolos a su fuente –precisamente el Corazón– la memoria del Corazón inmaculado de María es celebración resumida dela asociación «cordial» de la Madre a la obra salvadora del Hijo: de la Encarnación a la Muerte y Resurrección, y al don del Espíritu… •

La devoción al Corazón inmaculado de María se ha difundido mucho después de las apariciones de la Virgen en Fátima en 1917. A los veinticinco años de las mismas, en 1942, Pío XII consagraba la Iglesia y el género humano al Corazón inmaculado de María, y en el 1944 la fiesta del Corazón inmaculado de María se extendió a toda la Iglesia. Las expresiones de la piedad popular hacia el Corazón de María imitan –aunque salvando la infranqueable distancia entre el Hijo, verdadero Dios, y la Madre, sólo criatura– las del Corazón de Cristo: la consagración de cada uno de los fieles, de las familias, de las comunidades religiosas, de las naciones, lo mismo que la reparación, realizada sobre todo mediante la oración, la mortificación y las obras de misericordia.