Hoy 13 de mayo se cumplen cuarenta años del atentado de San Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro. Un acontecimiento que sucedió aquel 13 de mayo de 1981 y que marco un antes y un después en la vida de san Juan Pablo II y en la vida de quienes testiguaron el perdón y la compasión de San Juan Pablo II a su agresor: “Rezo por el hermano que me ha disparado, al que he perdonado sinceramente. Unido a Cristo, Sacerdote y Víctima, ofrezco mis sufrimientos por la Iglesia y por el mundo”.(17 de mayo de 1981, para el primer Regina Coeli después del atentado).

Eran las 17.19 horas cuando Juan Pablo II, en su habitual ronda entre los fieles reunidos para la Audiencia General de los miércoles, cogió en brazos a una niña y se la tendió a sus padres. Unos instantes después se oyó el sonido sordo de un disparo y luego otro. El Papa, con un disparo en el abdomen, se desplomó en el auto descubierto en el que viajaba por la plaza.

Hay quien recuerda que precisamente ese día, un 13 de mayo de 64 años antes, la Virgen se había aparecido a los pastorcillos de Fátima. El Papa del Totus tuus, ¡María! es así encomendado por el Pueblo de Dios a la Virgen tras su atentado. Fue precisamente gracias a la intervención de la Virgen, confesaría más tarde, a la que Wojtyla atribuyó su supervivencia. Si una mano quiso matarlo, otra más poderosa desvió la bala, salvándole la vida.

Las primeras palabras del Papa, herido casi de muerte, fueron de perdón para su agresor “Rezo por el hermano que me ha disparado, al que he perdonado sinceramente. Unido a Cristo, Sacerdote y Víctima, ofrezco mis sufrimientos por la Iglesia y por el mundo”.(17 de mayo de 1981, para el primer Regina Coeli después del atentado). Y este mensaje llegó al corazón del mundo entero con más fuerza aún el 27 de diciembre de 1983, cuando Juan Pablo II, el Papa autor de la encíclica Dives in Misericordia, cruzó el umbral de la cárcel de Rebibbia para entrar en la celda de Alí Agca, y abrazar al joven que quería asesinarle.

Fuente: www.vaticannews.va