Santa Teresa, “La pequeña flor”

Therese Martin fue la última de nueve hijos nacidos de Louis y Zelie Martin el 2 de enero de 1873 en Alencon, Francia. Sin embargo, solo cinco de estos niños vivieron para llegar a la edad adulta. Precoz y sensible, Teresa necesitaba mucha atención. Su madre murió cuando ella tenía 4 años. Como resultado, su padre y sus hermanas cuidaron a la joven Therese. Ella tenía un espíritu que quería todo.

A los 14 años, en la víspera de Navidad de 1886, Therese tuvo una conversión que transformó su vida. A partir de entonces, su poderosa energía y espíritu sensible se volvieron hacia el amor, en lugar de mantenerse feliz. A los 15 años, ingresó al convento carmelita en Lisieux para darle toda su vida a Dios. Tomó el nombre religioso de Hermana Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz. Viviendo una vida oculta y simple de oración, fue dotada de una gran intimidad con Dios. A través de la enfermedad y las noches oscuras de duda y miedo, ella permaneció fiel a Dios, enraizada en su amor misericordioso. Después de una larga lucha contra la tuberculosis, murió el 30 de septiembre de 1897, a la edad de 24 años. Sus últimas palabras fueron la historia de su vida: “¡Dios mío, te amo!”

El mundo llegó a conocer a Therese a través de su autobiografía, “Story of a Soul”. Ella describió su vida como una “pequeña forma de infancia espiritual”. Ella vivía cada día con una confianza inquebrantable en el amor de Dios. “Lo que importa en la vida”, escribió, “no son grandes hechos, sino un gran amor”. Teresa vivió y enseñó una espiritualidad de atender a todos y todo bien y con amor. Ella creía que así como un niño se enamora de lo que está delante de ella, también debemos tener un enfoque infantil y un amor totalmente atento. La espiritualidad de Teresa es hacer lo ordinario, con un amor extraordinario.

Ella amaba las flores y se veía a sí misma como la “pequeña flor de Jesús”, que le dio gloria a Dios simplemente siendo su hermosa y pequeña persona entre todas las demás flores en el jardín de Dios. Debido a esta hermosa analogía, el título de “pequeña flor” permaneció con Santa Teresa.

Su inspiración y poderosa presencia del cielo tocó a muchas personas muy rápidamente. Fue canonizada por el papa Pío XI el 17 de mayo de 1925. Si hubiera vivido, habría tenido solo 52 años cuando fue declarada santa.

“Mi misión, hacer que Dios sea amado, comenzará después de mi muerte”, dijo. “Pasaré mi cielo haciendo el bien en la tierra. Dejaré caer una lluvia de rosas”. Las rosas han sido descritas y experimentadas como la firma de Santa Teresa. Innumerables millones han sido tocados por su intercesión e imitan su “pequeño camino”. Ella ha sido aclamada “la santa más grande de los tiempos modernos”. En 1997, el Papa Juan Pablo II declaró a Santa Teresa doctora de la Iglesia, la única doctora de su pontificado, en homenaje a la poderosa forma en que su espiritualidad ha influido en las personas de todo el mundo.

En 2015 los padres de Teresa, los santos Louis Martin y Marie-Zelie, fueron canonizados por el papa Francisco; fueron los primeros cónyuges en ser canonizados juntos como pareja.

Fuente: https://www.littleflower.org/therese/