¡La paz esté con ustedes!

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¡La paz esté con ustedes!

La paz es el regalo que el Resucitado viene a traer a sus discípulos. Sin embargo, como un regalo que es, puede ser o no aceptado y de ello depende que reine o no en los corazones.

La paz es la manifestación de la armonía, esa relación justa y equilibrada, entre las personas, pero que tiene como necesidad la paz interna de la persona. Si no reina la paz en la persona, difícilmente podrá entablar relaciones pacíficas con los demás y eso tiene luego repercusiones en todos los niveles de la sociedad.

¡El mundo de hoy clama por la paz! Se ha roto la relación armoniosa entre tantos países, y lamentablemente el nuestro no es la excepción, y por causa de esta ruptura son muchos los que padecen falta de alimento, de hogar, de seguridad y son muchos los que ven en riesgo su propia vida.

Dicen que quien no conoce la historia está condenado a repetir los mismos errores del pasado. Y los errores que llevaron a la desventura de la segunda guerra mundial siguen repitiéndose: al ser humano le está faltando la capacidad para dialogar.
Sin diálogo sincero y sin buena voluntad, la paz se avisora cada vez más lejana. El mundo se está fragmentando en diversos bloques, las instituciones internacionales han perdido su autoridad, ahora resuenan más por deber diplomático que por convicción, porque siempre hay un tratado que alguien no firmó o que el otro desconoció.

No es ya el bien común, sino los “intereses” particulares los que rigen la política de muchos estados; lo peor es que la misma manera de pensar rige la conducta de muchas personas y las consecuencias son desastrosas para las familias y comunidades.

Es necesario que se reconozca la necesidad de construir la paz y que el empeño por ser artífices de la paz anime el vivir cotidiano. No podrá haber paz sin el empeño sincero de hacerla realidad en cada decisión que se toma, en cada acción que se realiza y cada palabra que se pronuncia.

¡Un regalo, un deseo, y una tarea, eso es la paz!

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