Qué bonito luce la presa y con ella la fiesta del 40

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Redacción y fotografía: comunidad de San Miguel del Cuarenta, Jalisco.

Un sin número de acontecimientos engalanan el marco de nuestra fiesta.

46 años de vida diocesana, 98 años de vida parroquial y ya muchas décadas levantando nuestras manos llenas de alegría para celebrar a la Madre del Pueblo, la patrona, la Virgen del Refugio.

San Miguel del Cuarenta se ha distinguido siempre por la alegría en sus tres fiestas al año. Pero sin duda, esta celebración a Nuestra Señora del Refugio de Pecadores, enciende el corazón de todos los que levantan la mirada para verla como madre tierna y cercana.

Y en verdad que Dios nos ha permitido venerar a nuestra madre en esta novena, pues dispuso una tierra empapada, una presa rebosante y una sonrisa en los campesinos que habían preparado su cosecha con gusto. Pero a pesar de que los días lluviosos parecían interrumpir nuestras actividades, y todo el día se mantenía entre tormentas y nublados, como verdadera providencia, Dios se hizo presente y nos permitió salir con la peregrinación, llegar a Misa, y disfrutar de la kermesse, del ballet y de los grupos musicales, y solo después bañaba la tierra de nuevo con su lluvia.

En las peregrinaciones se vivieron las palabras del papa Francisco, cuando en la celebración del Año de la Fe, en la Plaza de San Pedro en Roma, durante la homilía del domingo 5 de mayo de 2013, nos recordaba que: «La piedad popular es un tesoro que tiene la Iglesia, espacio de encuentro con Jesucristo», pues verdaderamente caminar hacia María es caminar a Jesús. Esta expresión de piedad estuvo llena de danzas, de rezos, de cantos que alegraban las calles.

En las Eucaristías del novenario contamos con la presencia de muchos sacerdotes que han pasado en su ministerio por este pueblo. Con los cuales estamos muy agradecidos.

Todos los días el toque de alba rompió el silencio de la noche, y el canto “Buenos días paloma blanca”, dio comienzo al Rosario de aurora y la Eucaristía. Sin duda un momento de fe, lleno de caridad y esperanza de todos aquellos que cantaban: “Mira qué contenta estás, toda rodeada de flores, pero más contenta estás rodeada de pecadores”, pues se sintieron en los brazos de su madre, que los veía con amor, así fue esta fiesta; una mirada de madre.Estando en sintonía con la diócesis, los temas de predicación de las Eucaristías correspondieron al camino de planeación en el que nos encontramos. Distintos temas como la verdad, la planeación participativa, la sectorización de las comunidades parroquiales y la comunión y sana visión de los movimientos de la Iglesia, llevaron el hilo conductor de nuestras reflexiones de la novena.En fin, no queda más que estar agradecidos con Dios por la fascinante escucha y vivencia del discernimiento pastoral comunitario que nos ha permitido celebrar este año, y qué mejor manera de terminarlo que venerando a María, la perfecta discípula que acompaña el camino de nuestra parroquia y de nuestra diócesis. Y en ella, agradecer a tantas personas que han colaborado para que esta fiesta se llevara a cabo. Las personas que donaron con generosidad para la fiesta, quienes nos acompañaron en las celebraciones, los sectores que organizaron los días, a cada uno de los trabajadores de la parroquia, a las autoridades e instituciones civiles, y a los sacerdotes que acompañan el ritmo de nuestra comunidad; al presbítero Guadalupe Tapia Barajas y al señor cura, Efraín Florido Antimo.

Virgen del Refugio, Madre de nuestro pueblo; protégenos y cuídanos, y llévanos al cielo.