María: la primera en la gracia, el amor, la entrega, el silencio, la santidad, en la pureza y en la virginidad.

Y quizá hagan falta virtudes por describir, sin embargo, el hecho que es incuestionable es que María Santísima es la humildad indiscutible, fue la primera en aceptar obedientemente la voluntad del Padre y pronunciar el FIAT que terminó por engendrar al Hijo de Dios en su seno virginal y lleno de Espíritu Santo.

Esta vez no hace falta hacer el recorrido a la historia que nos narra el Evangelio de su vida enlazada con Jesús, sino describir breves pero sustanciales acotaciones por los que María se goza en el cielo como Reina y Madre, como Asunta llena de toda gracia por Dios, Uno y Trino.

– Ser inmaculada y asunta son dos misterios de la virgen María que están estrechamente ligados entre sí y que la Iglesia señala y hace resaltar sobre los demás.

– La concepción inmaculada y la asunción son el principio y el término de la vida de María en la tierra; extremos que parecen ser causa o razón del otro.

– La Asunción de la virgen María es la excepción a la regla general aplicada para todo ser humano,

– La Concepción Inmaculada es un privilegio, la Asunción es una distinción por su pureza, su valentía y el honor de ser nuevamente la excepción a la regla general de todos hemos de seguir en nuestra muerte.

– Si la Pasión dolorosa remató para Jesús en la gloria de su Ascensión, para María, que tan unida estuvo a su Hijo en el Calvario, había de rematar en el triunfo de la Asunción.