Recordar el pasado no es solamente añoranza, hablar del pasado es riqueza; pues es volviendo atrás en la memoria de la historia donde nos encontramos con nuestras raíces, la cultura, la religión y, sobre todo, con personajes que marcaron y forjaron las directrices para el progreso y el desarrollo de pueblos, ciudades y naciones.

Es así pues, donde los historiadores se vuelven piezas claves y los medios impresos (periódicos, revistas, libros y fotografías) en herramienta indispensables para la reconstrucción de acontecimientos históricos, son la memoria compartida que nunca falla, en la cual se encuentra el acontecer de la vida.

Próximos a celebrar el 250 aniversario del decreto de erección parroquial de la primera parroquia de San Juan de los Lagos: la parroquia de San Juan Bautista, te invitamos a festejar y a juntos conocer la historia de esta parroquia.

Antecedentes Históricos:

El curato más antiguo de San Juan de los Lagos, la parroquia de San Juan Bautista cumple el 23 de febrero de 2019, doscientos cincuenta años de haberse creado.

Todo comenzó a organizarse en 1768. En esa época el pueblo de Nuestra Señora de San Juan se había convertido en un sitio de fama por sus romerías y su importancia comercial. La feria de diciembre y la edificación de un nuevo santuario favorecieron oleadas migratorias. Se incrementaron los ingresos económicos y la población. Era una época de bonanza en muchos sentidos que permitió también el aumento en el número de los recintos sagrados. Además de los dos viejos santuarios del Siglo XVII, el que albergaba a la imagen y la primitiva iglesia destinada ya para el uso de los indios, estaban la capilla del Calvario, punto final del viacrucis cada Viernes Santo, y el templo de la Tercera Orden. Sin embargo la construcción que sobresalía era la futura casa de la virgen; aún sin torres dejaba ver la majestuosidad que tendría una vez terminada. A pesar de todo, seguía dependiendo de la parroquia de Jalostotitlán, de la que formaba parte.

Desde 1710 San Juan era la única ayuda parroquial de Jalostotitlán y poco a poco fue consolidando una sólida estructura eclesiástica. Tenía establecida su jurisdicción con una buena cantidad de ranchos. Dos ministros o tenientes, como se les llamaba en aquel tiempo, dependientes en todos sentidos del párroco, atendían las necesidades espirituales de los fieles en esta circunscripción. Los libros sacramentales se llevaban por separado y se guardaban en el pueblo, no en la cabecera. Los vecinos sólo acudían a la sede para hacer sus informaciones matrimoniales o por algún asunto de importancia que únicamente el señor cura podía resolver.

Gobernaba entonces la diócesis el obispo Diego Rodríguez de Rivas y Velasco. El 30 de septiembre de 1768 comisionó al canónigo Mateo Joseph de Arteaga para hacer una exhaustiva investigación que permitiera determinar la mejor forma en que se podría dividir la parroquia de Jalostotitlán. El obispo tenía informes sobre la enorme extensión de la parroquia y lo disperso y apartado que se encontraban sus comunidades. Creía que en ese territorio podrían formarse dos o tres curatos. Desde el principio el pueblo de Nuestra Señora de San Juan se presentó como el principal candidato para convertirse en una nueva jurisdicción parroquial.

La investigación inició el 19 de octubre. El canónigo Arteaga mandó recabar todos los datos correspondientes a la situación geográfica y poblacional del territorio eclesiástico, comenzando por los lugares más cercanos a San Juan. Su intención era determinar el número de familias distribuidas hacia los cuatro puntos cardinales de la población, conocer las distancias que separaban a las comunidades de las cabeceras parroquiales y precisar los linderos con los curatos circunvecinos. Ordenó también elaborar un mapa y registrar las cifras obtenidas en varias tablas que, sin duda, facilitaron el manejo de la información. Enseguida realizó un análisis pormenorizado de las finanzas para saber cuánto dinero se producía y si esa cantidad podía sustentar de manera honesta y decente a dos párrocos y varios ministros. Por último reunió las diferentes opiniones que los eclesiásticos de la región tenían sobre este proyecto.

Bastó una semana para conseguir toda la información y terminar el trabajo. El consenso general favoreció la erección de un curato en el pueblo mariano. El punto más delicado por resolver fue la distribución de los ranchos ubicados en los linderos. La investigación se envió a Guadalajara. El Obispo la examinó y aprobó. Solo faltaba la anuencia de las autoridades civiles. El 17 de noviembre de 1768 Diego Rodríguez de Rivas pidió consentimiento a la Audiencia de la Nueva Galicia. Teniendo el expediente en sus manos, el fiscal de la corte lo analizó y no encontró ningún inconveniente. El 2 de diciembre el presidente y los oidores autorizaron la creación del curato. Los documentos originales pasaron entonces a la secretaría de gobierno eclesiástica, donde se realizó la última revisión. Finalmente, el 23 de febrero de 1769 Manuel Colón de Larreategui, Maestrescuela de la Catedral, Provisor y Vicario General del obispado, dividió el beneficio curado de Jalostotitlán y erigió perpetuamente y para siempre la parroquia del pueblo de Nuestra Señora de San Juan.

División Parroquial:

La jurisdicción inicial del nuevo curato se integró con ochenta y cuatro localidades rurales y dos pueblos. Uno de ellos, San Juan, era el lugar con el mayor número de habitantes. En 1768 vivían en el pueblo de Nuestra Señora dos mil 326 personas distribuidas en cuatrocientas treinta y ocho familias. El otro poblado, Mezquitic, era una comunidad muy pequeña; ochenta y cinco casas y doscientos ochenta y nueve almas formaban su vecindario. En total todo el partido contabilizó ese año ocho mil 290 feligreses. Alrededor de dos terceras partes vivían en el campo y el tercio restante se ubicaba en ambas poblaciones.

Elección del párroco:

Faltaba un último requisito: la elección del párroco. Tras obtener la aprobación de la audiencia para erigir el nuevo curato, el mismo mes de diciembre de 1768 se publicó el edicto para que los sacerdotes concursaran por el nombramiento de párroco. Una gran cantidad de clérigos participaron en la convocatoria y el proceso se llevó algunos meses. El ganador fue Antonio Vallarta Martínez de Alarcón, sanjuanense que por esas fechas se encargaba de Hostotipaquillo. La toma de posesión tuvo lugar el 11 de agosto de 1769. Antonio Vallarta aún no concluía todos sus asuntos y no estuvo presente para recibir el templo, las llaves y los libros. En su nombre lo hizo otro sacerdote nativo de San Juan, quien desde 1762 servía como teniente, Joseph Antonio Mariano de Ibarra. El señor cura de Jalostotitlán, Tadeo Castor de Aguayo, le entregó los libros sacramentales y en cada uno de ellos se firmó para dejar constancia. El primer párroco de San Juan de los Lagos llegó a su cabecera a finales de octubre.

Durante tres meses y algunos días el actual recinto parroquial fue al mismo tiempo la sede del nuevo curato y el santuario de la Virgen de San Juan. El 30 de noviembre de 1769 la milagrosa imagen fue trasladada a su flamante y majestuoso templo. Así comenzaba la historia de la quinta parroquia establecida en la meseta alteña, historia que ya cumple doscientos cincuenta años•