El pasado viernes 25 de octubre, el marco de la XXIV Entrega de Reconocimientos del Círculo Cultural “Entre Amigos”, el Sr. Cura Francisco Escobar Mireles recibió el reconocimiento por su trayectoria de entrega y servicio a la comunidad de San Juan de los Lagos.

“Queremos reconocer, (…) la vida entregada en servicio de la grey de San Juan de los Lagos en las parroquias de San Juan Bautista, Sangre de Cristo y Divina Misericordia por parte del presbítero Francisco Escobar Mireles, que ha sido durante tantos años el pastor bueno, cercano y afable que en su vida y obra nos habla de su amor por su sacerdocio, por Dios y por la Iglesia”.

El “Padre Pancho” nació el 5 de febrero de 1955 en Lagos de Moreno, Jal., y desde muy temprana edad su piedad fue manifiesta, a tal grado que una vez que estaba rezando el Rosario, en la capilla de la Virgen de San Juan, en aquel tiempo en construcción en su tierra natal, al ver “lo pequeño que era y lo bien que rezaba” el Hermano Lasallista, José Luis Casillas le otorgó una beca para que estudiara en el Instituto Laguense, donde el Hemano Lasallista era director, de modo que en esta institución realizó sus estudios de Kinder, Primaria y Secundaria, esta última etapa ya como seminarista de la Arquidiócesis de Guadalajara.

En 1972 al crearse la Diócesis de San Juan de los Lagos, decide integrarse a ella y formar parte del grupo fundador del naciente Seminario de la Inmaculada Concepción.

Recibió la ordenación diaconal por manos del señor Obispo, Don José López Lara, en la Catedral Basílica, Santuario de Nuestra Señora de San Juan, el 18 de diciembre de 1982.

Fue ordenado sacerdote en el mismo lugar y por el mismo Ilustre Pastor, el 23 de abril de 1983.

Su primer destino como sacerdote fue en la parroquia de Nuestra Señora de la Luz, en Cañadas de Obregón, lugar en el que estuvo hasta 1894; luego fue enviado a Roma, Italia, donde permaneció de 1984 a 1987, realizando estudios de licenciatura en Sagrada Liturgia.

A su regreso a la Diócesis, el 6 de junio de 1987, llegó a la parroquia de San Juan Bautista, donde permaneció 12 años como vicario realizando una fructífera labor con drogadictos, pandilleros, homosexuales, mujeres con problemas de convivencia y jóvenes con diversos problemas.

Entre sus labores pastorales organizaba torneos deportivos y retiros espirituales en la “Casa de la Juventud; utilizó espacios en medios de comunicación impresos, radiofónicos y televisivos; todo sin descuidar sus labores pastorales y atención a las comunidades campesinas.

Fundó el Movimiento Pandillas Cristianas de Amistad en San Juan de los Lagos, el 13 de noviembre de 1988 y el Movimiento de Barrios Unidos en Cristo, el 26 de julio de 1999.

El 19 de julio de 1999, el señor Obispo, Don Javier Navarro, le confió el cuidado de la comunidad parroquial de Valle de Guadalupe, donde celebró, entre otras fechas importantes, el Gran Jubileo por la Consagración del Templo Parroquial, El Congreso Eucarístico por la Coronación Guadalupana, los 75 años de la Adoración Nocturna y los 100 años de que esa comunidad fue erigida como parroquia.

Regresó nuevamente a San Juan de los Lagos, por designio de Su Excelencia, Mons. Felipe Salazar Villagrana, como párroco de la parroquia La Sangre de Cristo. Allí permaneció desde el 8 de agosto de 2008 hasta 2010.

Desempeñó el cargo de Vicario Diocesano de Pastoral desde agosto de 2008 hasta agosto de 2016. Impartió las clases de de Liturgia, Sacramentos y Plan Diocesano de Pastoral, en el Seminario Mayor Diocesano y fue presidente de la Asociación Mexicana de Liturgistas, SOMELIT.

Finalmente, el 24 de febrero de 2016 inició su ministerio como párroco de la parroquia de la Divina Misericordia en la colonia La Calera, desde donde atiende a los fieles en sus necesidades espirituales y materiales, a través de la caridad organizada. Sigue atendiendo el Movimiento de Pandillas Cristianas de Amistad y colabora como consultor experto en el Consejo Diocesano de Pastoral

En sus palabras de agradecimiento el “Padre Panchito”, como se le conoce de cariño, habló del gran valor de la dignidad de la persona, sin importar su situación: “Si tengo un billete de 500 pesos, vale 500 pesos; si lo arrugo, vale 500 pesos; si lo tiro, vale 500 pesos; si lo pisoteo y lo ensucio, vale 500 pesos; ¿El ser humano cuánto vale? ¡Ha sido redimido por Cristo! Sin embargo cuántos están tan pisoteados por la vida, por ellos mismos, y se dice ‘son basura’, ‘son desecho’, ‘son problema’, ‘no valen’. Quiero en este reconocimiento reconocer también a tantas personas que han estado conmigo y creen en el valor del ser humano, aunque a ese ser humano lo haya pisoteado la vida”.

Desde El Mensajero Diocesano nos unimos a este reconocimiento que hace el Círculo Cultural Entre Amigos y felicitamos al “Padre Pancho” por estos 31 años de entrega y generosidad. ¡Dios siga colmándolo con abundantes bendiciones!