Miles de peregrinos en el interior de la Catedral Basílica de San Juan de los Lagos, celebrando la fiesta de la Candelaria.

Más de un millón de peregrinos, venidos de diversas partes de la República Mexicana y algunos del extranjero, rindieron homenaje a Cristo Luz de las Naciones y a María Santísima en su advocación de Nuestra Señora de San Juan, durante la fiesta conocida como “La Candelaria” durante los días previos y posteriores al 2 de febrero de 2020.

El día primero de febrero, por segundo año consecutivo, la imagen de Nuestra Señora de San Juan, fue bajada de su nicho para ser colocada en otro más sencillo, pero también más cercano a la nave del santuario, por lo que los peregrinos tuvieron la oportunidad de mirar más de cerca el rostro tierno y amable de la Madre llena de bondad.

La peregrinación conocida como “La Caravana de la Fe”, que concentra la mayor parte de peregrinos que vienen a pie para postrarse ante la presencia de Nuestra Señora de San Juan, comienza su recorrido en los primeros días del mes de enero, con un pequeño grupo de peregrinos, pero a su paso por el centro del País, el Bajío Guanajuatense y la zona norte del estado de Jalisco, llega finalmente a San Juan de los lagos como un río de almas que se encaminan al regazo de María Santísima.

Este año la caravana de la fe comenzó su entrada en el Santuario de la Virgen de San Juan el día primero de febrero en torno a las 8:30 de la mañana y terminó de entrar cerca de las cuatro de la tarde, lo que puede darnos una idea de la multitud de almas agradecidas y pletóricas de fe que se ponen al amparo de Cristo, Luz de las Naciones.

Muchos de estos peregrinos aprovechan el día para tomar un descanso y recobrar fuerzas para estar presentes, al día siguiente, 2 de febrero, en la Eucaristía Solemne de la Fiesta de la Presentación de Jesús al Templo.

La celebración de esta fiesta tiene un signo muy particular que ha dado el nombre popular a esta fiesta: La Candelaria. Al inicio de la celebración Eucarística, en lugar del acto penitencial, se bendicen la velas (candelas) que portan tanto los sacerdotes como los fieles y luego se hace una procesión con las candelas encendidas.

“Cristo es la luz que los seres humanos necesitamos para lograr nuestra salvación. Cristo es la Luz de las naciones, Cristo es la luz de la alegría, de la paz, de la vida”, así lo expresó Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe antes de pronunciar la oración de bendición de las candelas y recordó que “María Santísima nos muestra, de una manera muy clara, con sus oraciones, con su ejemplo, con su amor, con su presencia, esa luz que es el Señor”.

Durante la homilía el señor Obispo, Don Jorge Alberto Cavazos Arizpe, insistió en que más que ser presentado al templo, Jesús se presenta ante toda la humanidad como “Luz para las naciones” y “así lo reconocemos y lo adoramos”.

El señor Obispo exhortó a los feligreses a considerar que “los seres humanos solamente podemos encontrar el verdadero sentido de todas las situaciones con la luz de la gracia de Nuestro Señor Jesucristo. Él es el que nos ilumina para entender la revelación que Dios ha hecho. Él es el que nos ilumina con sus palabras, con su presencia, con su mirada, con sus obras, …necesitamos siempre y en toda circunstancia la fuerza y la alegría de esa luz”.

Ante una multitud de fieles que portaban en sus brazos a sus propios hijos pequeños para presentarlos también ellos al templo y consagrarlos a Dios, siguiendo el ejemplo de María Santísima y San José, Don Jorge Alberto recordó que “la luz de Dios va iluminando a todos aquellos que se sienten sin esperanza o diferentes situaciones de dolor, de tristeza, de cualquier tipo de adversidad,… esa luz es consuelo, esa luz es sanación, esa luz es esperanza, esa luz es vida y esa luz es Cristo”.

También invitó para que cada fiel tenga presente a Cristo en las decisiones de su vida cotidiana: “Solamente en Él podemos encontrar los verdaderos caminos para nuestras decisiones, para nuestras búsquedas, para salir adelante de tantos problemas que puede haber.Solamente  en Él podemos encontrar la respuesta ante las tinieblas que  siembra la muerte, la droga, el atacar a la vida desde el vientre materno y otras situaciones que van contra la dignidad del ser humano”.

Al término de la Eucaristía el señor Obispo invitó a todos los presentes a encomendarse a María Santísima y a pedirle que “llevemos esa luz de alegría y de esperanza que es Cristo”.