El Obispo, promotor y servidor de la comunidad

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Boletín de Pastoral 64 Fotografía: Especiales

Toda la parábola del Buen Pastor, en Jn. 10,10- 21, expresa esta función del obispo, que bellamente comenta Puebla del n. 681 al 684. “Como el Buen Pastor, van delante de las ovejas; dan la vida por ellas para que tengan vida y la tengan en abundancia; las conocen y son conocidos por ellas.” (n.681).
«Ir delante de las ovejas» significa estar atentos a los caminos por los que los fieles transitan, a fin de que, unidos por el Espíritu, den testimonio de la vida, los sufrimientos, la Muerte y la Resurrección de Jesucristo, quien, pobre entre los pobres, anunció que todos somos hijos de un mismo Padre y, por consiguiente, hermanos. (n.682).
«Conocer a las ovejas y ser conocidos por ellas» no se limita a saber de las necesidades de los fieles. Conocer es involucrar el propio ser, amar como quien vino no a ser servido sino a servir. (n.684).
Bástenos esta significativa frase: “El buen pastor da la vida por sus ovejas”.
Siguiendo con Puebla, decimos que:
“El obispo es signo y constructor de la comunidad. Hace de su autoridad, evangélicamente ejercida, un servicio a la comunidad; promueve la misión de toda la comunidad diocesana; fomenta la participación y corresponsabilidad a diferentes niveles; infunde confianza en sus colaboradores (especialmente los presbíteros para quienes debe ser padre, hermano y amigo); crea en la diócesis un clima tal de comunicación eclesial orgánica y espiritual que permita a todos los religiosos y religiosas vivir su pertenencia peculiar a la familia diocesana; discierne y valora la multiplicidad y variedad de los carismas derramados en los miembros de su Iglesia, de modo que concurran, eficazmente integrados, al crecimiento y virtualidad de la misma; esta presente en las principales circunstancias de la vida de su Iglesia particular.” (Puebla n. 688).