El Obispo: Padre, Pastor, Maestro y Guía de la Fe en la tarea de la Nueva Evangelización

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Boletín de Pastoral 64 Fotografía: Especiales

Primera parte

Mensaje de Mons. Arturo A. Simansky en su inicio de ministerio como Obispo de San Luis Potosí (1987)

Como obispos, los que hemos recibido esta gracia sacramental, debemos ser factores de unidad en el buscar la integración de todos nuestros diocesanos en la realización de una verdadera pastoral orgánica o de conjunto.
No sé, pero casi estoy seguro, de que más de alguno hoy es la primera vez que escucha esta expresión pastoral orgánica o de conjunto. Es muy importante que todos la conozcamos pues creo que, hasta ahora, es el único modo eficaz de realizar la unidad en la diócesis. Ya no podemos vivir en un capillismo o feudalismo espiritual. Ahora o estamos unidos en una labor de pastoral diocesana, o debemos cuestionarnos si no somos un obstáculo para la realización del reino de Dios en donde vivimos.
Estas consideraciones no nos quieren llevar a hacer con nadie, sino, sólo a centrarnos en la gran tarea que nos espera y que es mi “programa de trabajo”: buscar la unidad (no la uniformidad) en la caridad de la Iglesia potosina, mi Iglesia particular que deseo brille con esa nota que es la primera característica de la Iglesia católica, y el modo más eficaz, yo pondría el único, de lograr involucrarnos a todos en la elaboración de un verdadero plan pastoral realizado con suma seriedad y corresponsabilidad de todos.
Es muy importante que todos estemos dispuestos a trabajar de esta manera que, como dije antes, es el único modo de poder lograr la unidad evangelizadora seria de una diócesis.
Es una buena ocasión la que hoy se nos presenta: mi toma de posesión de servicio pastoral en esta tan importante diócesis de San Luis Potosí, en las cercanías del quinto centenario de la evangelización de América Latina (1992), para comenzar yo, a una con ustedes, en la diócesis en la labor a que el Santo Padre nos convocó en su reunión con la directiva y organismos del CELAM en la décimo nona asamblea ordinaria tenida en la dirección en Puerto Príncipe (9 de Marzo de 1983). El Papa dijo: “La conmemoración del medio milenio de evangelización de América Latina tendrá su significación plena si es un compromiso no de revelación, pero sí de una evangelización nueva, nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”.
Al decir lo anterior no quiero negar los grandes esfuerzos hechos en esta diócesis por mis dignísimos predecesores, de manera muy especial por los señores Alcaraz y Perea, ayudados por muchos de ustedes, sino que quiero poner énfasis en las metas que nos propone el Santo Padre.
Debemos lograr una evangelización nueva en su ardor, es decir, debemos tener todos un nuevo entusiasmo al evangelizar, si no, no puede haber cambio. “Debemos evangelizar- decía Pablo VI- como actuaron los Santos en sus tiempos”. Nuestra evangelización deberá tener tal ardor que sea capaz de producir nuevos Santos; Santos en el mundo de hoy, Santos nosotros y Santos aquellos a quienes evangelizamos.
Para obtener esto debemos involucrarnos todos en un plan de pastoral que tenga como objetivo lograr la santidad de todos. Viéndonos dentro de nosotros mismos, si somos sinceros, que lejos estamos de esto, a pesar de tener planes de pastoral quizá perfectos, pero sin el “nuevo ardor” del que nos habla el Papa.
También nuestra evangelización deberá ser nueva en sus métodos. Debemos reconocer, respetar, asumir los valores de nuestra gentes (Gaudium et spes, 36), y tratar de lograr un verdadero diálogo entre la ciencia y la fe. La Iglesia, todos nosotros, tenemos la necesidad del aporte de la ciencia para lograr la evangelización santificadora. Pienso que sin desconfiar u olvidar la gracia, lo que Dios aporta, no hemos de descuidar en nuestros planes de pastoral lo que la ciencia puede darnos. No hemos de contentarnos con solamente repetir lo que hasta ahora hemos hecho, sino que hemos de buscar la evangelización que exige el mundo de hoy con un plan que nos compromete en una verdadera acción pastoral a mí, a mi presbiterio, a los hermanos religiosos, a las religiosas y a todos los seglares.
Para hacer este plan de pastoral no se necesita que yo conozca física y personalmente a toda la diócesis, sino que es urgente que los que la conocen, ustedes me ayuden a lograr un plan eficaz que, seguramente, nos exigirá novedad en sus métodos.