Hermanos todos en el Señor, en el marco dela año del Plan Diocesano de Pastoral y del Despertar Católico y con ocasión del tiempo litúrgico de la Cuaresma-Pascua, que ya se aproxima, les envío un saludo fraterno, manifestándoles mi cercanía de Padre y Pastor.

Junto con ustedes, quiero caminar con esperanza, en este contexto cultural, tan desafiante para nuestra fe, con la certeza plena de que Jesús, caminar a nuestro lado y que el itinerario cuaresmal, será una bella oportunidad para revitalizar y afianzar, nuestro seguimiento de Jesús.

Hermanos, Jesucristo es el camino, la verdad y la vida (cfr. Jun 14,6), quien da sentido pleno a todo el acontecer en la vida del ser humano, por ello nada de lo que vivimos le es ajeno ni indiferente. Y ésta es la verdad que urge que hoy pregonemos a los hombres y mujeres de hoy, para que sus corazones se llenen de alegría y esperanza, que nadie les pueda arrebatar.

Y no podremos contagiar esa alegría y esperanza si no hemos vivido un encuentro personal con Jesucristo. El VI Plan Diocesano de Pastoral nos dice que: “necesitamos reencontrarnos con el Dios de Jesucristo, necesitamos volver al Evangelio. Porque solamente desde allí podremos comprender quienes somos y a qué estamos llamados como Iglesia Redimida” (VI PDP No. 114)

En el tiempo litúrgico de la Cuaresma-Pascua se vuelve más explícita y apremiante la llamada de Dios a la conversión y a la renovación de nuestra vida cristiana. Dios mismo, a través de la la Iglesia, nos ofrece más abundantemente su Palabra, la gracia del Sacramento de la Reconciliación, la Eucaristía que consolida nuestro deseo de volver al Señor.

La Iglesia nos exhorta a orar más, a practicar la austeridad que nos permite estar más atentos a la voz de Dios y a desprendernos más generosamente de nuestro vienes en favor de los necesitados. La Cuaresma es, pues, tiempo fuerte de conversión y convertirse equivale a renovarse.

Con mi oración y mi bendición:

+Mons. Jorge Alberto C.A.