La importancia del silencio en la Celebración Eucarística: Catequesis del Papa

0
1490

Por: Ciudad del Vaticano (AICA)

El papa Francisco prosiguió este miércoles con su catequesis sobre la celebración Eucarística e hizo hincapié en el canto del Gloria y la oración Colecta, en la que alentó a que la “Misa sea de verdad una auténtica escuela de oración” y pidió a los sacerdotes que observen “los momentos de silencio en la Eucaristía y no tengan prisa”. ¨Hacer silencio significa escuchar la voz de nuestro corazón y la del Espíritu Santo¨, subrayó durante la audiencia general.

El papa Francisco prosiguió este miércoles con su catequesis sobre la celebración Eucarística e hizo hincapié en el canto del Gloria y la Oración Colecta que forman parte de los ritos introductorios de la Misa.

Ante los peregrinos presentes en el aula Pablo VI, en pontífice aseguró que el encuentro entre la miseria humana y la misericordia divina toma vida la gratitud expresada en el Gloria, un himno antiguo y venerable con el cual la Iglesia, congregada en el Espíritu Santo, glorifica y suplica a Dios Padre y al Cordero.

“El canto del Gloria comienza con las palabras de los ángeles en el nacimiento de Jesús en Belén y continúa con aclamaciones de alabanza y agradecimiento a Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”, explicó, y precisó: “Este canto nos implica también a nosotros recogidos en oración: ‘Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz a los hombres de buena voluntad’”.

El Papa indicó que después del Gloria viene la oración llamada colecta, y señaló: “Con la expresión ‘oremos’, el sacerdote invita al pueblo a recogerse en un momento en silencio, para que cada uno tome conciencia de estar en la presencia de Dios y formular en su espíritu sus deseos”.

Francisco explicó que “el sacerdote la recita con los brazos extendidos: es la actitud del orante, asumida por los cristianos desde los primeros siglos -como atestiguan los frescos de las catacumbas romanas- para imitar a Cristo con los brazos abiertos sobre la madera de la cruz”.

“En el crucifijo reconocemos al sacerdote que ofrece a Dios el culto que él ama, es decir la obediencia filial”, puntualizó, e instó a “no ir de prisa: recemos para que se haga el silencio, recomiendo esto a los sacerdotes. Sin este silencio corremos el riesgo de descuidar el recogimiento del alma”.

“El silencio no se reduce a la ausencia de palabras, sino en el disponerse a escuchar las otras voces: la de nuestro corazón y, sobre todo, la voz del Espíritu Santo”, afirmó.

En la liturgia, destacó el pontífice, “la naturaleza del sagrado silencio depende del momento en que tiene lugar: durante el acto penitencial y tras la invitación a la plegaria, ayuda el recogimiento; tras la lectura o la homilía, es un llamado a meditar brevemente lo que se ha escuchado; después de la comunión, favorece la plegaria interior de alabanza y súplica”.

“Por lo tanto, antes de la oración inicial el silencio ayuda a recogernos en nosotros mismos y a pensar por qué estamos allí. He allí la importancia de escuchar nuestro ánimo para abrirlo luego al Señor”, subrayó, y completó: “Tal vez venimos de días de cansancio, de alegría, de dolor, y queremos decirlo al Señor, invocar su ayuda, pedir que no esté cerca, tenemos familiares y amigos enfermos o que atraviesan pruebas difíciles, deseamos confiar a Dios la suerte de la Iglesia y del mundo”.

“Para ello hace falta el breve silencio antes de que el sacerdote, recogiendo las intenciones de cada uno, expresa en voz alta a Dios, en nombre de todos, la común plegaria que concluye los ritos de introducción, haciendo la ‘colecta’ de las intenciones individuales. Recomiendo vivamente a los sacerdotes observar este momento de silencio, que sin querer corremos el riesgo de descuidar”, concluyó.