Estimados hermanos, estamos viviendo como Iglesia momentos muy fuertes, no solo en un sentido negativo, sino también en los valores y la esperanza que nos debe distinguir como creyentes.

Uno de ellos es el Encuentro Mundial de las Familias, en Dublín, Irlanda, con el lema: El Evangelio de la familia, alegría para el mundo. Familias católicas de todo el mundo se reúnen para profundizar, orar y llevar a sus lugares de origen labores concretas para la formación cristiana en cada familia en las situaciones del mundo actual. Así como María Santísima y San José, con la alegría del amor de Dios en medio de ellos, fortaleció el verdadero amor entre los dos y les hizo ser fieles a la vida, a la paz, a la voluntad divina; así hoy, cada familia en el mundo está llamada a disfrutar en su seno la alegría del Evangelio y ser, así mismo, testigo eficaz de los valores que deben reinar en cada familia.

También, gracias a Dios, han entrado un buen número de jóvenes al Seminario Diocesano. En el Curso Introductorio han llegado 51 jóvenes decididos a clarificar su vocación al sacerdocio. En el Seminario Mayor tenemos, gracias a Dios, 160 jóvenes. Pidamos por ellos y que este Año de la Juventud y del Sínodo de los Obispos en el mes de octubre, hagan surgir más vocaciones sacerdotales.

Otro momento fuerte es lo que el santo padre Francisco nos ha expresado en su Mensaje al pueblo de Dios, sobre el abuso a menores y personas vulnerables por parte de clérigos o personas de Iglesia. Definitivamente que es ahí donde experimentamos nuestro ser frágiles pero, a la vez, nuestra capacidad de fortalecer nuestra vida con la gracia de Cristo. La carta escrita por el Papa el lunes pasado aparece en el interior de este semanario. Les pido oremos por quienes hayan sido víctimas y he considerado por eso, en solidaridad con toda la Iglesia, con sentido también de purificación, que el próximo 15 de septiembre ofrezcamos toda la Iglesia Diocesana ayuno y oraciones por esta situación.

De hecho he constituido el Consejo de Protección de Menores ya desde el año antepasado para atender situaciones de esta índole. Estamos para ser santos y ganar la vida eterna, no hemos sido enviados a maltratar al mundo.

Con mis oraciones y mi bendición: + Mons. Jorge C. A.