Las hermanas de la Orden de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio (Casa Hogar Infancia y Juventud en Manos de María AC) renovaron sus votos y dieron gracias a Dios con una convivencia con la comunidad parroquial que acudió para acompañarlas.

La celebración Eucarística fue presidida por el presbítero Luis Enrique Sotelo Barrera, párroco de la comunidad parroquial Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Decanato Lagos; cada año, en la festividad del Inmaculado Corazón de María las hermanas renuevan sus votos a nivel orden.

En tiempos difíciles donde en nuestra propia ciudad y en los municipios circunvecinos se desconoce más la palabra vocación no solo en la vida religiosa sino en el compromiso del hermano laico, Dios sabe cómo iluminar el corazón de quienes ya han elegido su camino, esa mejor parte, así como lo narra el Evangelio.

“Son épocas difíciles. En un Lagos de Moreno donde la semana pasada, y ya se volvió a repetir, un muerto cada día, como si fuera un acto natural. Para una comunidad como la comunidad de las hermanas, no es fácil vivir en medio de todo esto por eso es necesaria la oración”, dijo el párroco Sotelo Barrera.

Su homilía comenzó destacando momentos actuales que empañan las vocaciones, porque también es posible que ese “mundo” pueda contagiar al religioso o religiosa, o incluso al sacerdote, con actos de egoísmo, de indiferencia, de maldad, tristeza, amargura o egocentrismo.

Por tal motivo, el presbítero Luis Enrique invitó a las hermanas a orar más, a repensar cuantas veces sean necesario, el sentido de la esperanza que Dios sigue dando a cada elegido, a todos los que han decidido seguirlo; les exhortó, además, a verse continuamente en el espejo de sí mismas, y ver qué tanto ha cambiado el reflejo interior del amor, fe, esperanza y caridad en cada una de ellas, porque a medida que se cambie en estas virtudes, significa que el abono en la vocación no es suficiente, es decir, se está trabajando en otros aspectos menos en el más básico de los elegidos de Dios, la oración. 

“Una religiosa que ya no tiene esperanza, ¿qué va a hacer?, ¿vivirá con alegría? Todo se le va a ser oscuro, todo se le hará difícil, sentirá que ya nada se puede… Los religiosos o consagrados a Dios debemos de ser hombre y mujeres de esperanza, porque en Dios hemos puesto nuestra esperanza”, explicó el señor cura.

Evitar los chismes, el mal humor, la indiferencia y los peligrosos “remedios” para llenar los vacíos, son parte de las recomendaciones del señor cura Luis Enrique para todas aquellas mujeres que han entregado su vida a Dios

Para concluir con el momento, el señor cura invitó a todos los presentes a voltear a ver al prójimo y hacer comunidad, a ser  fraternos los unos con los otros, y no olvidarnos de pedir por todas consagradas y consagrados.