Jarrón de Girasoles

Fotografía: Especiales

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A Claude Monet se le puede distinguir sencillamente en el impresionismo por su técnica tan peculiar de pintar la realidad en medio de trazos poco detallados y con una perspectiva poco clara. Uno de ellos, quizá poco conocido en nombre y apellido, pero tan familiar que a nadie nos resultaría extraño ver, es el Jarrón de Girasoles que pintó en 1881.

Los cuadros de Monet, como bien sabemos, contienen cierto rechazo al principio por la innovadora técnica aplicada a cosas sencillas, de la vida ordinaria, que incluso podrían pasar por alto en ella, pero que en el fondo resultan esenciales para quien se dedica a analizarlas y quien las valora como tal.

El mensaje de este cuadro es sencillo: Lo esencial de la vida no cambia, por muchas técnicas que se puedan implementar, un girasol es un girasol, una sonrisa es una sonrisa, y un detalle de interés es un detalle de interés. Pero como en todas las técnicas de la pintura, también en la vida debemos de saber leerlas cada una por separado. No será lo mismo ver un cuadro impresionista de cerca que de lejos, una obra del renacimiento con la proporción del gótico, ni una obra con claroscuros a media luz por la noche.

Objetivemos este mensaje, si Monet pinta estos girasoles no es porque quiera hacer una impresión en la innovación de la imagen, sino en la importancia del contenido y la innovación de la técnica. Esta técnica que fue rechazada hoy se valúa en un precio alto, y no porque después del tiempo entendiéramos que era complicada de hacer, sino porque Monet nos regaló de nuevo girasoles a la humanidad para recordar la magia creativa que contienen nuestras manos, ideas y mentes cuando las ponemos al servicio de los demás. Quizá, en nuestros tiempos de renovación nos hace falta regalar girasoles a quienes los necesitan, sean del estilo que sean, pero que no se nos olvide el fondo tan importante de un Jarrón de Girasoles.