Impresión, sol naciente

Fotografía: Especiales

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Ante esta obra de Monet sobran palabras de interpretación, de análisis hermenéuticos y de teorías. Quizá no sea igual en valor para todos, pero no dejo de cautivarme con este óleo que conmueve a la vista y a los sentidos. Y es cierto, puede parecer gris y sencillo, pero la capacidad de Monet de cautivarnos desde lejos hace maravillas en el significado que esta pintura tiene para mí.

Leroy escribió sobre Monet: Monet pintó el sol casi con la misma luminancia del cielo, una condición que sugiere humedad alta y atenuación atmosférica de la luz. Este detalle descansa sobre el uso de colores complementarios y variedad de temperaturas de color, en lugar de cambios de intensidad o valores contrastantes, para diferenciar el sol del cielo circundante. La pintura trata el valor de contraste simultáneo de los colores, situando tonos cálidos sobre otros opuestos que permiten resaltar, en la retina del espectador, unos tonos sobre otros. La vaporización será el elemento fundamental que invade la superficie, destacando esa humedad que invade la obra y que atenúa las tonalidades, es decir, el color se condiciona a esta atmósfera húmeda. El principal objetivo al que intentaba llegar Monet con esta obra es provocar una impresión en el espectador, por lo que nos encontramos con la importancia que se atribuye al espectador en el impresionismo.

Esa impresión es la capacidad que a veces pierde el ser humano, y que es tan necesaria en nuestros días como la misma vida. ¿Por qué? Porque de la capacidad de impresión que tengamos dependerá también nuestro sentido de la vida, de ver una flor, el cielo, de ver los detalles de humanidad, de alcanzar a llevar con nuestros brazos una sonrisa a alguien.

Capacidad de impresión, capacidad que debe de alimentarse y de cuidarse, capacidad verdadera de impactarse frente a un bello cuadro que haga recordar lo mejor de nosotros mismos, a esa capacidad yo la llamo capacidad de vida, capacidad de impresión en un sol  gran naciente.