La vocación de San Mateo

Fotografía: Especiales

0
679

A Caravaggio podríamos identificarlo bien por su indiscutible claroscuro que logra perfectamente en sus obras, pero son duda esta es de las mejores. La vocación de San Mateo es un óleo sobre lienzo que data de principios del siglo XVII, en torno al año 1601. Nos encontramos ante un lienzo casi cuadrangular y de grandes dimensiones cuyos lados rondan los tres metros y medio.

La obra fue encargada en el año 1599 por el Cardenal Mateo Contarelli para la capilla Contarelli en la iglesia de San Luis de los Franceses en Roma; antes de su muerte el cardenal había dejado claras instrucciones de cómo debía ser la decoración de la capilla, basada en escenas de la vida de su santo, San Mateo. En un primer momento, los trabajos de decoración de la capilla fueron llevados a cabo por el artista manierista Giusseppino pero la intercesión del Cardenal Francesco del Monte hizo que las obras pictóricas fuesen destinadas finalmente a Caravaggio. Las pinturas representaban escenas de la vida de San Mateo y parece ser que ésta que aquí nos ocupa fue la primera en terminarse.

En el cuadro aparece Jesús con la mano indicando algo, señalando, apuntando. Detrás de él una luz que viene de dos corrientes, iluminando pues varios sectores del cuadro. Pero la pintura no expresa en Jesús ninguna palabra, no se le ve con ademán de hablar, ni siquiera con fórmula de mirar a otro lado que no sea al joven que detrás de la mesa de impuestos preparará un nuevo camino de luz para seguir al Señor.

No hay mensaje más claro que este, el Señor entra en nuestra vida diaria, nos saca de las tinieblas, nos saca de la comodidad para hacernos caminar por la luz. Esta exigencia del llamado aplica a todos y a todas, Caravaggio supo radicalizar esta idea de Jesús como luz, como fuente de nuevos caminos e ideales, pero inesperados, insólitos y grandiosos, así como la vocación de San Mateo.