Pedir lo realmente «importante»…

El evangelio de este domingo inicia con la escena de Jesús rezando solo, apartado. Cuando finalmente termina, los discípulos le piden: «Señor, enséñanos a orar». Y Él responde: «Cuando oren, digan: “Padre…”». Esta palabra es el «secreto» de la oración de Jesús, es la llave que Él mismo nos da para que podamos entrar también en esa relación de diálogo confidencial con el Padre que le ha acompañado y sostenido toda su vida… Al apelativo «Padre» Jesús asocia dos peticiones: «sea santificado tu nombre» y «venga a nosotros tu reino». La oración de Jesús –y, por lo tanto, la oración cristiana– es antes que nada un dejar sitio a Dios, permitiendo que manifieste su santidad en nosotros y dejando avanzar su Reino, a partir de la posibilidad de ejercer su señorío de amor en nuestra vida… Otras tres súplicas completan esta oración que Jesús nos enseña en el «Padre Nuestro». Son tres peticiones que expresan nuestras necesidades fundamentales: el pan, el perdón y la ayuda ante las tentaciones.

La enseñanza fundamental de Jesús sobre la oración prosigue luego con dos parábolas, en las cuales toma como modelo la actitud de un amigo respecto a otro amigo y la de un padre hacia su hijo… Ambas nos quieren enseñar a tener plena confianza en Dios. Él conoce, por cierto, mejor que nosotros mismos nuestras necesidades, pero quiere que se las presentemos con audacia y con insistencia, porque este es nuestro modo de participar en su obra de salvación… Insistir e insistir ante Dios no sirve para convencerlo de algo, sino para reforzar nuestra fe y nuestra paciencia, es decir, nuestra capacidad de luchar, junto a Dios, por cosas realmente importantes y necesarias.

Entre estas hay una especialmente importante –pero que casi nunca pedimos– y es precisamente el Espíritu Santo. «¡Dame el Espíritu Santo!». Y Jesús lo dice: «Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?». ¡El Espíritu Santo! Pero, ¿para qué sirve el Espíritu Santo? Sirve para vivir bien, para vivir con sabiduría y amor, cumpliendo la voluntad de Dios… La Virgen nos lo demuestra con su existencia, totalmente animada por el Espíritu de Dios. ¡Que Ella nos ayude a rezar al Padre unidos a Jesús, para no vivir de forma mundana, sino según el Evangelio, guiados por el Espíritu Santo! [Sintetizado de: Papa Francisco, Ángelus, 24-VII-

2016].