Tomemos conciencia del misterio sacerdotal litúrgico del obispo para vivir más plenamente la vida de Dios mediante los sacramentos que celebramos.

Puesto que el obispo comparte con los demás presbíteros el ministerio sacerdotal, preguntémonos cómo nuestros sacerdotes están realizando esa encomienda de santificar al pueblo de Dios:

1.- En qué se manifiesta que son hombres de Dios?

2.- Cómo presiden y celebran la Santa Misa?


3.- Cómo se comportan como administradores de los sacramentos?

4.- Cómo promueven los sacerdotes a la comunidad en la oración litúrgica y popular?


5.- Qué apoyo y motivación dan a grupos, asociaciones y movimientos que buscan santificarse, los sacerdotes en tu comunidad?

Los sacerdotes nos deben hacer pensar no sólo en los ministros de nuestra comunidad y en el obispo, sino en nosotros mismos, los miembros de la comunidad que a veces no vivimos o rechazamos esa vida de Dios que se nos ofrece, o que dejamos pocos espacios en nuestra vida para la oración y encuentro con Dios.

Aunque el discurso a los Hebreos se refiere a Cristo, también puede hacerse extensivo a los obispos y presbíteros, que participan de esta función sacerdotal de Cristo:

“Porque todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados; y puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados, por estar también él envuelto en flaqueza, y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por los pecados propios igual que por los del pueblo” (Heb 5,1-3).

Puebla refiriéndose específicamente al misterio sacerdotal del obispo, dice:

“El Obispo es Pontífice y santificador. Ejerce personalmente su función de presidente y promotor de la liturgia; apoyado en su propio testimonio promueve la santidad de todos los fieles como primer medio de evangelización; busca en la gracia propia del sacramento del orden el fundamento para un constante cultivo de la vida espiritual que, en el amor personal a Cristo, impulse su amor a la Iglesia y a su entrega al pastoreo generoso de las ovejas; se ocupa en la vida espiritual de sus presbíteros y religiosos; hace de su vida gozosa, austera, sencilla y lo más cercana posible de su pueblo, un testimonio de Cristo Pastor y un diálogo con todos los hombres” (Puebla 689).

En qué aspectos necesitamos que nuestros obispos nos ayuden a santificarnos?

¡Oh Jesús, danos pastores según tu Corazón!