Mi experiencia vocacional: Impulsos de un joven seminarista

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Por: Ángel Rodríguez Cerrillo – Seminario menor de Atotonilco

¡Hola!, mi nombre es Ángel Rodríguez Cerrillo, soy de un hermoso pueblo llamado Jesús María, Jalisco; soy el último de doce hermanos, hijo de Agustín Rodríguez y Evelia Cerrillo, quienes, desde pequeño me inculcaron la fe católica y me educaron con su testimonio.

Desde pequeño tuve amistad con los sacerdotes de la parroquia de mi pueblo, pues mi papá era el sacristán de ese lugar. Siempre me llamó la atención servir en la parroquia y observar desde cerca cómo los padres celebraban la Santa Misa, por lo que ingresé al grupo de monaguillos de la parroquia.

Aún muy chico decía que de grande yo quería ser padre, pero nunca me imaginé cómo era la experiencia de seminario. Cuando estaba a punto de terminar la primaria, en la escuela “Juventud Alteña” urbana 609, le dije a mi papá que quería entrar al seminario en la etapa de secundaria, pero él me dijo que era muy pequeño para entrar al seminario, que me esperara hasta la siguiente etapa. Yo, un poco enojado por la negación, hice trámites a la secundaria federal de mi pueblo, “Melchor Ocampo”. Ahí se me fue apagando un poco la chispa de la vocación y me concentré un poco más en trabajar y un poco a estudiar, pues no era muy bueno para lo académico. Por las mañanas iba a la secundaria y por la tarde me iba al rancho con mi papá a trabajar en la siembra y el ganado. Cuando estaba en tercero de secundaria comencé a trabajar de peón de albañil en la casa de una hermana, y solo iba algunos días al rancho con mi papá; cuando era la segunda etapa del año en la secundaria, tiempo de hacer trámites, yo pensaba ingresar a la preparatoria de la Universidad de Guadalajara en mi pueblo, y fue hasta entonces cuando mi mamá me removió otra vez la chispa de la vocación, diciéndome que si no iba a entrar al seminario, a lo cual me negué diciendo que mi papá no me dejaba, pero preguntándole de nuevo, me respondió afirmativamente y con un poco de motivación.

No hice trámites a la preparatoria, me vine muy seguro al preseminario en Atotonilco el Alto, y logré ingresar al mismo el 16 de agosto del 2015. Fue ese día cuando comenzó lo que hasta hoy ha sido una gran experiencia, que le ha dado un giro total a mi vida.

Lo más difícil que pasé al ingresar al seminario, fue lo académico, pues en la secundaria nunca me preocupé por sacar una buena nota, pero en el seminario se exige una calificación satisfactoria, eso me retó a ser un buen estudiante, y por gracia de Dios lo he logrado.

Actualmente me encuentro en sexto semestre de preparatoria, etapa de discernimiento, con la visión de poder ingresar al seminario curso introductorio, en el Ojo de Agua, Arandas, Jalisco.

El seminario es una gran oportunidad para enfrentar los miedos comunes (pánico escénico, tocar instrumentos, etcétera). Es una gran oportunidad para ser una mejor persona y crecer en la medida de nuestro esfuerzo, y mejorar nuestras capacidades, así como, aprender nuevas cosas.

Si tienes alguna inquietud por conocer el seminario, no dudes en venir a visitarnos, o tener la experiencia de un preseminario, te aseguro que no te arrepentirás. Recuerda, ¡Si te late, anímate!