El amor es una vocación, es la misión que se puede apreciar en el pecho de Jesús, desde su Sagrado Corazón, corazón que sigue demostrando el amor que Dios Padre entregó al mundo justamente para la salvación, momento que recordó el sacerdote, Miguel Ángel Dávalos Díaz, en su prédica en la fiesta en honor al Sagrado Corazón de Jesús.

La comunidad de la colonia Indeco, perteneciente a la parroquia Nuestra Señora del Refugio del Decanato Lagos, se reunió el pasado 8 de junio para celebrar el amor que Jesús sigue desbordando a través de su Sagrado Corazón.

“La vida es muy bonita pero no es sencilla. Vivir no tiene nada que ver con la comodidad. Vivir tiene que ver con el esfuerzo guiado por el amor de Dios. Y nosotros estamos celebrando al Sagrado Corazón de Jesús”, explicó el sacerdote Miguel Ángel.

En lo alto de una de las prominencias de la ciudad está ubicado el templo donde el Sagrado Corazón de Jesús es la imagen titular, donde los fieles, además han visto, a lo largo de los años, la entrega de su generosidad para construir el templo, la bendición de recibir a diferentes sacerdotes, entre ellos el presbítero Miguel Ángel, quien recordó con nostalgia que la colonia Indeco fue su primer destino una vez ordenado.

En ese momento de reencuentro, el sacerdote les recordó a los fieles presentes la importancia de saber que el amor lo transforma todo y que la devoción al Sagrado Corazón no son palabras, sino un compromiso de fe que cada uno debe asumir con paciencia y entrega.

“Lo único que nos hace vivir es el amor, y por eso hoy nuestra fiesta es extraordinaria, porque estamos recordando cuánto nos ama Dios. Y el amor es lo único que nos hace vivir con capacidad de sacrificio”, dijo el presbítero en su homilía.

En medio de sus recuerdos, partiendo desde aquel día, cuando pisó por primera la colonia Indeco, el padre Miguel les aconsejó a los feligreses para que se busque el amor al prójimo sin limitaciones y condiciones; los animó para ser más cristianos de testimonio, sobre todo, desde las iglesias particulares, es decir, desde el hogar, donde cada uno puede compartir y amar al prójimo con la misma capacidad de saber que todos merecemos amor.

“Queremos deshacernos de aquello que nos estorba y así queremos hacerle con muchas cosas con Dios. Queremos deshacernos de donde Dios está y eso no es una expresión del amor. La ocasión cristiana no es comodidad”, reiteró el sacerdote.