Por: Seminario Mayor Diocesano

En la formación del  seminario, los candidatos al sacerdocio ministerial, particularmente en la etapa configuradora, se ordena a la formación de modo específico a la dimensión espiritual, de modo que vaya conformándose progresivamente con los mismos sentimientos de Cristo. El contenido de esta etapa es sumamente comprometedor. Se requiere una responsabilidad constante de la vivencia de las virtudes.

A lo largo de esta etapa, según la madurez del candidato, las normativas propias del seminario y atendiendo las posibilidades formativas, son conferidos a los seminaristas, los ministerios del lectorado y del acolitado, de modo que puedan ejercerlos por un tiempo conveniente, disponiéndose mejor para el ministerio de la palabra y del altar. El lectorado propone al seminarista el reto de dejarse transformar por la Palabra de Dios, objeto de su oración y su estudio. La recepción del acolitado implica una participación más profunda en el misterio de Cristo que se entrega y está presente en la Eucaristía, en la asamblea y en el hermano. Estos ministerios deben ejercerse no solo en el ámbito litúrgico, sino en la dimensión pastoral dentro de la propia comunidad del seminario, como en las comunidades parroquiales.

Estos ministerios instituidos se diferencían de los ministerios reconocidos de las parroquias de Ministros Extraordinarios de la Comunión y Proclamadores, pues al ser instituidos de forma especial, se reservan a los varones que se forman con miras al presbiterado y responden a las necesidades, no solo de una comunidad parroquial, sino en el ámbito diocesano.

Bajo esta óptica, siguiendo los pasos vocacionales que se dan de forma personal, como comunidad y familia diocesana, celebramos y dimos gracias a Dios con la Eucaristía, reunidos en la Catedral de nuestra diócesis, bajo la presidencia del Vicario General, el presbítero Ramón Orozco Muñoz, por la respuesta de cuatro seminaristas: Flavio de Jesús, Juan Luis, Orlando y José Refugio, que fueron instituidos como Ministros Lectores, y de ocho que fueron instituidos Ministros Acólitos: Emmanuel, Luis Armando, Juan Daniel, José Ignacio, Alejandro, Guillermo, Christian Ramón y Carlos Daniel.

Estos pasos vocacionales no conforman, como tal, un simple requisito en vías a un día llegar a la recepción de las Órdenes Sagradas, sino pasos concretos que van conformando la personalidad litúrgica-pastoral, e incluso personal, de los seminaristas. Nos anuncian la generosidad y el compromiso firme de seguirse formando en el Seminario.

Debemos, y necesitamos, poner todos los esfuerzos en la formación de los futuros pastores, orar por los que ya se están formando y seguir pidiendo al Señor que siga enviando corazones dispuestos a entregarse por la cura de almas.